Por crisis económica de 2008 a 2012 se conoce a la crisis económica mundial que comenzó ese año, y fue originada en los Estados Unidos. Entre los principales factores causantes de la crisis estarían los altos precios de las materias primas, la sobrevalorización del producto, una crisis alimentaria mundial y energética, una elevada inflación planetaria y la amenaza de una recesión en todo el mundo, así como una crisis crediticia, hipotecaria y de confianza en los mercados.
La crisis iniciada en el 2008 ha sido señalada por muchos especialistas internacionales como la «crisis de los países desarrollados», ya que sus consecuencias se observan fundamentalmente en los países más ricos del mundo.
El caso de Villacañas es solo uno de los innumerables casos de familias afectadas por dicha crisis.
En España la crisis se puso de manifiesto con la explosión de la burbuja inmobiliaria surgida durante el gobierno de José María Aznar y que se mantuvo durante el gobierno socialista pese a ser claramente insostenible.
Este video puede ayudarnos a entenderlo:
Contra viento y marea, como si la cosa no fuera con él, el anterior equipo económico del Gobierno mantuvo a lo largo de la segunda Legislatura de Zapatero unas previsiones económicas irreales, como ahora se han demostrado. Ajeno al devenir de los mercados y a las previsiones de los organismos internacionales, se empeñó en ver en la economía española «brotes verdes» en donde sólo había yermo.
Este punto de mira llevó a una voluntariosa vicepresidenta económica a lanzar las campanas al vuelo de la recuperación económica en mayo de 2009. «Esperemos semanas y los veremos. Los brotes verdes de la recuperación están a punto de llegar a la economía española», vaticinó por entonces una optimista Elena Salgado durante una comparecencia en el Senado. Los datos del paro de abril de ese año le dieron pie para hablar de los famosos y polémicos «brotes verdes». Mientras, la mayoría de los expertos guardaba entonces, y no digamos ahora, cautela sobre esas señales de reactivación.
Pero no es de extrañar que en ese momento el equipo económico se equivocara en su vaticinio. Ya lo hizo un año antes. En aquellas fechas, la economía registraba un crecimiento negativo del PIB en el segundo trimestre del ejercicio. Sin embargo, el Gobierno recién emanado de las urnas se empeñó deliberadamente en negar en público la evidencia, recurriendo a eufemismos como desaceleración económica en lugar de recesión, después de cerrar meses antes la puerta a la crisis.
Y es que la historia del Gobierno socialista en materia económica ha sido la de una ocultación de la verdad continuada y prolongada en el tiempo, con diagnósticos ajenos a la realidad del país. Como botón de muestra, en lugar de adoptar medidas de contención del gasto en 2008, fecha en la que el país entró en recesión, el Ejecutivo aplicó una deducción de 400 euros en la cuota del IRPF a todos los contribuyentes, con independencia de sus rentas.
Por si fuera poco, al año siguiente Salgado vio «brotes verdes» donde los expertos veían sequedad por una buena cifra aislada del dato de abril. El paso del tiempo ha corregido esta cifra al alza y, en estos momentos, el desempleo en España supera casi la escalofriante barrera de los cinco millones de parados. A finales de 2009, este error de cálculo de la salida de la crisis le llevó a la ex vicepresidenta primera del Gobierno a sentar los Presupuestos Generales del Estado de 2010 en un erróneo escenario macroeconómico, con una reducción irreal del déficit público.
Meses después, la realidad se impuso y el Ejecutivo de Zapatero tuvo que afrontar el mayor recorte social de la historia democrática del país, con un paquete de medidas en el que se rebajó el sueldo a los funcionarios una media del 5 por ciento y se congelarán sus retribuciones y las de los pensionistas en 2011. Sin embargo, el ajuste, pese a la severidad, llegó tarde para conseguir poner freno a un disparado déficit público. No obstante, Salgado consideró suficiente el recorte de mayo de 2010, acompañado de una inconclusa reforma del sistema financiero y de unos cambios ineficaces del mercado laboral, para pronosticar un crecimiento del PIB en 2011 y en 2012 del 1,3 y del 2,3 por ciento, respectivamente. Una vez más, el tiempo ha dinamitado estas optimistas previsiones. El Banco de España confirmó semanas atrás un decrecimiento del PIB en el tercer y cuarto trimestre de 2011, ejercicio en el que la economía crecerá levemente para entrar en recesión en 2012.
Este error de cálculo en el crecimiento económico por parte del anterior Ejecutivo ha tenido, como no podía ser de otra manera, su fiel reflejo en las estimaciones de reducción del paro y del déficit público. En el primer indicador, el desempleo amenaza con superar la fatídica cifra de los cinco millones de parados en los primeros meses de este año, al calor de la entrada de España de nuevo en una etapa recesiva.
Finalmente, tras casi cuatro años de un gobierno negligente, incapaz de llevar a cabo la tan necesaria reforma laboral, de tomar medidas ante la crisis que cada día se hacía más y más latente en los hogares españoles se produce un cambio de política:
El PP llega al poder por una mayoría aplastante resultado del bipartidismo de nuestra época, cargado de ideas, promesas de cambio, soluciones ante la crisis...
De momento parece que las reformas se están llevando a cabo, rodeadas de críticas por una parte y de resignación por otra. Parece que por ahora lo único que podemos es esperar que todos los esfuerzos que estamos realizando sirvan para algo y que no sean simplemente mera palabrería de fantoches avariciosos cuya única intención a largo y a corto plazo es llenarse los bolsillos con el menor esfuerzo posible.