Es la comedia en la que se ridiculizan más las instituciones que los individuos, en la que se airean los tópicos de una cierta imagen de la España tradicional y en la que no hay límites claros para la crueldad o el esperpento. Julio Pérez Perucha, uno de los historiadores del cine español más sabio, y agudo analista de la obra de Berlanga, ha creído ver en su cine una apuesta por los que sería una comedia nacional y popular, con una elevada dosis de crítica social.
Bienvenido
Mister Marshall (1953), es uno de los momentos cumbre de la historia de la
cinematografía hispana. En opinión de muchos son los 75 minutos más importantes
del cine español. La película tuvo una gran acogida en el Festival de Cannes de
1953, donde recibió, entre otros, el premio del Sindicato Nacional del
Espectáculo, el premio a la Mejor Película de Humor, y una mención especial al
guión de la FIPRESCI (Federación Internacional de Críticos Cinematográficos).
Fueron muchos quienes elogiaron a Luis García Berlanga como coautor de tan
significativo trabajo, del que algunos dijeron que era el primer filme español
con categoría internacional.
Don Pablo (interpretado por un magnífico José
Isbert), alcalde de Villar del Río, recibe de sus superiores la notificación de
que una delegación americana visitará su pueblo, dispuesta a satisfacer sus
necesidades más perentorias. Para ello será preciso una calurosa acogida. Con la
ayuda de un avispado representante artístico, y de la cantante Carmen Vargas, el
pueblo se afana en diversas actividades destinadas a causar buena impresión a
los visitantes. La ansiedad sentida por los campesinos contrasta con el recelo
de las fuerzas vivas, para quienes los americanos representan un peligro. Los
visitantes de Villar del Rio recrean sobre la almohada sus temores y sus deseos,
registrando una lista de peticiones personales que harán sus supuestos
benefactores. Cuando todo está preparado, el pueblo embellecido, los lugareños
acicalados, la banda de múscia lista, y llega el gran día, los americanos pasan
de largo.
Desde la simplicidad que su argumento presupone,
la película de Berlanga y Bardem es una mordaz crítica contra el gobierno
norteamericano de mediados del siglo pasado. Además, muestra también las
características esenciales de la España de entonces, dominada por el régimen
franquista. Los personajes diseñados por ambos, representan todos los
estereotipos de aquella época, por un lado el poder, representado por el
alcalde, el cura y las fuerzas vivas (boticario, hidalgo, comerciantes,
maestra), y por otro el pueblo (casi todos agricultores y ganaderos). Desde el
punto de vista social se ha captado la idiosincrasia; el hecho de que el alcalde
esté algo sordo no es casual, el miedo al Delegado tampoco, que el cura sea algo
cotilla, que la maestra esté soltera y necesite la ayuda del listillo de la
clase… El papel subordinado de la mujer se refleja en su poca presencia, y la
escasa intervención que por ejemplo tiene la tonadillera.
Berlanga critica, además del evidente hecho de
que los integrantes del pueblo de Villar del Río quieran aparentar algo que no
son, que el cine de “la españolada” muestre unas características tan
estereotípicas de este país que además de reduccionistas, se presentan como
distracciones de una realidad social nada armónica. CIFESA, se interesaba por
entretener más que por reflejar la realidad española de su momento. Así como el
pueblo de Villar del Río se disfrazaba para complacer y engañar a los
americanos, así CIFESA disfrazaba la realidad social para complacer y engañar a
los espectadores de la época, desviando la atención de los problemas reales. De
este modo, en Bienvenido encontramos
muchos elementos esperpénticos, que lo que hacen, además de parodiar y criticar
la tradición española, es proyectar esa vida miserable de España de la que tanto
habló Valle-Inclán, pues Berlanga no escatima en gastos para evidenciar no sólo
el atraso y la pobreza de Villar del Río sino la mentalidad de sus habitantes.
En efecto: “el delegado viene a decir que se disfracen para celebrar la
generosidad del plan Marshall, para mostrar su alegría, pero, y ahí está el
posible juego agridulce, el pueblo entiende y asume que en realidad lo hacen
para ocultar la realidad de su miseria”.
Planteada en clave de comedia no exenta de
tintes amargos, la segunda producción de Berlanga alcanza una dimensión
alegórica mucho más amplia que “Esa
pareja feliz” (1951), al utilizar ese pueblito castellano anhelante de los
dones concedidos por los norteamericanos como parábola de un país dispuesto a
transformar su identidad. Destaca también por su labor metalingüística, respecto
a las esencias del cine español de aquel momento, al burlarse no sólo de los
géneros y modelos dominantes, sino al ser capaz de insertarse sin rupturas en la
textura de aquél.
Ambos autores sentían una gran admiración por
Miguel Mihura, célebre dramaturgo español, y no dudaron en poner en sus manos el
primero de los guiones de Bienvenido. El
estudio sobre Miguel Mihura de Fernando Lara y Eduardo Rodríguez Merchán para la
SEMINCI de Valladolid fue el primero que reveló las aportaciones del escritor.
Lara y Rodríguez muestran y demuestran las habilidades de la sabia mano de
Mihura en la versión final del guión, donde varias escenas fueron modificadas
por él mismo, como la célebre del discurso del alcalde en el balcón, que
incluiría el mítico “como alcalde vuestro que soy, os debo una
explicación…” Más de cincuenta años han transcurrido desde
que Bienvenido
Míster Marshall, la impagable película de Berlanga, consiguiera sintonizar
con los espectadores de nuestro país y propusiera una forma de entender el hecho
fílmico, con lo cual demostraba que renovación y reconocimiento podían ir de la
mano. Más de cincuenta años tras los que, pese a la gran transformación
socio-económica, la metáfora sigue plena de vida y ha viajado hasta el ahora
para permitirnos repensar sus múltiples significados.
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